Con los cinco sentidos

Después de aquel encuentro con Lorena y su amiga Fabiola que tanto me marcó, Lore y yo empezamos a chatear más asiduamente y, al instante, nos dimos cuenta que éramos dos almas solitarias, necesitábamos hablar cosas más “profundas”. Así que decidimos dejar las Webcams aparcadas.

Después de vernos en su casa en varias ocasiones que pasábamos tomando café, charlando e incluso alguna discusión, llegó un inesperado día en el que, después de comer, Lore se sentó más cerca que de costumbre… me miró fijamente a los ojos y, mientras le hablaba, se fue acercando cada vez más hasta que selló mi boca con sus labios. ¡Qué gran momento! De un golpe había parado el tiempo y retrocedimos hasta nuestra adolescencia… aquel primer beso. No sabía como ninguno, era un beso de adolescente espabilado por la madurez.

Nuestras lenguas, tras jugar incansables, pararon. Nos miramos atónitos y con un silencio sepulcral como sabiendo exactamente lo que el corazón del contrario estaba dictando, nos fuimos a su dormitorio. Lore, rápidamente se desnudó quedándose con el tanga puesto… yo, aparentemente más inexperto, lo hice más despacio.

Me dí la vuelta. Cuando vio lo que se escondía tras los calzoncillos, sus ojos se abrieron como dos platos. Por encima del tremendo bulto de mi polla había una gran mancha… ella comenzó a acariciarla y tras un rato así, Lore volvió a notar cómo salía un poco de semen. Rápidamente me desnudó y metió mi dura polla en su boca.

_ Ahora soy yo la que te va a decir cuando debes correrte.

_ Cuando tu me digas, cariño… haré lo que quieras.

_ Exacto. No quiero que hagas nada de lo que necesites.

Y tumbándose boca abajo, me ordenó que besara todo su cuerpo pero muy despacio… desde el cuello hasta los dedos de los pies. Era una verdadera diosa allí tumbada con un minúsculo tanga que dejaba al aire aquellos glúteos firmes y tersos. Pero aun recordando sus palabras de advertencia, mi polla no obedecía… latía como el corazón de un corredor de fondo. Me tumbé a su lado y comencé a darle suaves besos en la espalda, el culo, las piernas hasta llegar a sus lindos pies. Eran preciosos, largos y afilados con las uñas pintadas de negro. Y en ellos comenzó la tarea de limpieza. Mi lengua recorría una y otra vez todos los rincones entre los deditos… Lorena no paraba de gemir y aquello me volvía loco. No podía dar un paso en falso o mi AMA se enfadaría.

Decidí entonces que debía dejar aquellos dulces y sabrosos pies y, en ese instante, Lorena dándose media vuelta me ordenó que me tumbase. Obediente, me puse en aquella posición. Mi erección era constante y aquello empezaba a doler pero no me debía quejar. Lore, con las yemas de sus largos dedos, empezó a pasarlos rozando sensiblemente mi piel… por los pies, piernas, cintura, tripa, pecho hasta llegar a la boca momento en el que se acercó milimétricamente y con dulces soplos hizo el recorrido a la inversa.

Pero, al pasar al lado de mi polla, esta estalló y una blanca emulsión cayó sobre mi ombligo. Lore se enfadó… había desobedecido. Dulce enfado, ya que apoyó su pie en la cara y lo aplastó contra la boca… era el castigo más amable que hasta ese momento había recibido. Ella se fue acercando hacia mi cara con aquel delicioso culo hasta posar su pegajoso coño en la boca. Se sentó y comenzó a restregarse con unos movimientos lentos y sensuales. El ano quedaba justo contra mi nariz… aquello era lo más agradable.

El sabor de su vulva corriéndose y el sonido de sus gemidos.

Cuando, tras un gran alarido, bombearon nuestros sexos todo el líquido espeso Lore, desatada, me tiró de la cama dejándome inmóvil con medio cuerpo sobre el suelo. Esa postura aparentemente incómoda fue una bendición que, involuntariamente mi amiga que estaba totalmente fuera de sí, me había lanzado y yo recibí a modo de un afilado pie sobre la boca mientras comía aquel pollón que por fin podía descansar.

Había sido la primera sesión.

Cinco sentidos al servicio de mi AMA.