Los esclavos

jueves, 1 de julio de 2010

El inicio de un encuentro no siempre tiene el final que esperamos.

Y así pasó… ella, al parecer, quería pasar un día “distinto” con uno de sus íntimos amigos. Habíamos recorrido durante la tarde-noche, varias tascas del pueblo. Al final la invité a casa. Cenita ligera para “empapar” todo lo que habíamos bebido, música ambiente hasta quedar profundamente dormidos en el sofá.

A las dos horas, desperté con ella al lado. Descalza, con los pies sobre mis piernas… calientes. Yo tenía una tremenda erección. Con cuidado de despertarla, desabroché la bragueta de mis pantalones y con mano firme comencé a masturbarme. Al poco, despertó con mis gemidos y, moviendo sus pies, agarró mi dura polla. Era lo más delicioso que me estaba pasando.

Antes que terminase, se puso en pie y se metió en el dormitorio. Apenas unos segundos, entré y allí estaba, sobre mi cama… totalmente desnuda… como una flor. Me terminé de quitar la poca ropa que me quedaba y empecé a deslizar mis dedos sobre su tersa piel provocando una tras otra, según entraba en algún rincón, una excitación cada vez mayor. Los dedos dejaron paso a los labios y estos a la lengua que con cierta presión lamía aquellas partes que yo sabía me iban a provocar una especial sensación y a ella una pérdida del conocimiento espacial.

Y en aquella pérdida, aprovechando un descuido… genial descuido… me ordenó que me tumbara y, tomando unos pañuelos de la mesilla, ató mis muñecas al cabecero. Ante mi aparente inmovilización que los dos sabíamos, ella hizo una vuelta atrás en la película con los mismos pasos… caricias, labios… lengua. Sabía que esta última parte… la lengua, traería como colofón su llegada al glande. Muy lentamente con suave presión recorrió toda mi polla hasta que tras décimas de segundo, estalló dejando salir toda la excitación allí contenida.

Esclava atada
Quedamos exhaustos. El final fue lo más sorprendente… al despertarme yo seguía atado pero ella no estaba a mi lado. Giré la cabeza y, al otro lado de la puerta que daba a la terraza, estaba ella desnuda sobre la madera, dormida y… atada con un collar a la barandilla.

Los esclavos habían tenido su recompensa.


4 comentarios:

  1. Qué hermosa recompensa para una esclava, pendiente sólo de dar placer a quién lo merece....ummmh, deliciosa historia

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  2. Excelente recompensa, si la recibes es porque te la has ganado ¿no?

    Muy buena entrada

    Besitos

    Adis

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  3. UFFFFFFFFFFFFFFFFF!!!!!!!!!!!!!!
    Despues de esto quien se postra a tus pies soy yo.
    Quien recibe es porque antes ha dado.
    Besazos!!!!!!!!!!

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  4. Estas con todo Juank! estas narrando experiencias muy excitantes pero que llevan un toque especial, eso es grandioso de leer.

    Siempre un placer visitarte, abrazo Juan!

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