Cuando éramos unos enanos, nos daban permiso a mi vecinita y a mí a bañarnos juntos, todo era inocente. Al cabo de los años, en plena adolescencia pero ya sin permiso si no a escondidas, aquel juego inocente dió paso a un juego en el que las reglas eran conocer nuestros cuerpos y esas primeras torpes excitaciones.
Por dios, bendita inocencia! aunque veo que aprendiste rápido, no me extraña, con una vecinita así, joder, qué delicia.
ResponderEliminarencantador video,
No hay como disfrutar de la inocencia....bendito tesoro.
ResponderEliminarBesos y susurros cálidos
Uhmmmm .. menudo vídeo. Una gran captura para los que adoramos la belleza juvenil. Por mi parte yo no veo mucho de conocerse y menos torpes excitaciones ... quizás como dices ya se conocen hace mucho.. :)
ResponderEliminarGracias por compartir.