COMPARTIR (RELATO ANIVERSARIO 06/2008)

domingo, 2 de junio de 2013


Cuando terminé mis estudios de magisterio, decidí independizarme y encontré que en la misma facultad, una chica quería encontrar alguien para compartir piso. Contacté con ella y vimos que a las dos nos interesaba así que a los pocos días alquilamos un apartamento. La verdad es que desde el primer momento vimos que todo iba a ir de maravilla ya que nos gustaba cuidar por igual la casa y respetábamos todas nuestras costumbres... y por supuesto las manías.
Marta, es una chica muy risueña... por todo es feliz, cualquier cosa que pasa por la vida es bueno, o al menos, ella le saca la parte positiva. Yo al igual que ella, soy muy divertida y siempre tengo ganas de hacer cosas, probar la vida entera... no decir a nada que no. Las dos somos demasiado habladoras y también demasiado nerviosas. No solíamos llevar a casa a nuestros ligues pero, por si acaso, cada una tenía su propio dormitorio. Era algo que desde el principio nos tomamos al pie de la letra ya que vimos que podía ocurrir y no teníamos porqué estar a disgusto molestando a nadie y tampoco era cuestión de estar disimulando entre nosotras... somos jóvenes y sabemos lo que hay... ante todo, respeto.

Un día muy caluroso de verano, estábamos Marta y yo sentadas muy aburridas viendo una peli... medio desnudas... Marta en el sofá y yo en el suelo, a sus pies... ella me tocaba el pelo (me encanta que lo acaricien)... yo le acariciaba los pies (era su debilidad) y en un momento que pusieron anuncios aproveché para irme a dar una refrescante duchita. Me quité lo único que llevaba puesto y me metí bajo el agua que rápidamente empezó a aliviar aquel dichoso bochorno que hacía... al rato escuché que ella entraba en el baño, como en tantas ocasiones en las que Marta y yo coincidíamos allí. La sorpresa llegó cuando vi a mi compañera que se introducía en la ducha conmigo. En innumerables ocasiones nos habíamos visto totalmente desnudas, era algo lógico y normal en una convivencia, pero nunca en aquella situación. De pronto, Marta empezó a tocar mi culo... no como otras veces... por lo menos eso era lo que estaba sintiendo. Esa mano estaba sugiriendo algo más, sentía algo demasiado fuerte en mi corazón... me excitó. Yo seguía de espaldas a ella, tenía miedo en esos momentos de mirarla a la cara aunque en mi mente se veía claramente la melenita rubia y los ojos azules de Marta.

Siguió moviendo sus deditos suavemente a lo largo de mi espalda lo cual me seguía provocando aún más excitación, mi pulso era cada vez más acelerado... continuaba con muchísimo miedo, cada vez más, de que Marta notara los latidos de mi corazón. Me seguía acariciando por los brazos, delicadamente con la punta de sus dedos y los fue bajando por los costados... muy despacio... sensualmente... las piernas y de pronto empezó a darme minúsculos besitos por los glúteos... Yo estaba paralizada, callada... no podía articular un solo gemido... me moría de placer pero el miedo a algo desconocido con mi amiga era una situación que me superaba pero por otra parte me encantaba... qué es lo que nos estaba pasando.
Las dos continuamos en ese momento tan dulce y mágico cuando de repente Marta, poniéndose de pie, me rodeo con sus brazos por la espalda... era increíble la sensación cuando noté sus duros pezones. En esos momentos ya no podía más así que tomando sus manos las cuales ella tenía sobre mi tripa las empujé hacia abajo hasta que las yemas de sus dedos tocaron mi sexo... en ningún momento las solté, no quería ni dejar de acariciarlas ni que Marta pudiese quitar las suyas del coño, al revés yo presionaba y, mientras me masturbaba, empezaron mis tímidos gemidos. En aquella tremenda excitación, me di la vuelta y nuestras bocas quedaron juntas... y no fue un pequeño pico como en otras ocasiones, con motivo de alguno de nuestros juegos de amigas íntimas... fue un gran e interminable beso. Las dos buscábamos apasionadamente con nuestros labios el placer que podíamos encontrar en la boca contraria hasta que yo me separé bruscamente de ella... nos miramos fijas sin decirnos una palabra y de pronto una lágrima comenzó a salir de aquellos preciosos ojos que tenía Marta. Entonces mi lengua se acercó a su boca, muy despacio y empecé a besarla sensualmente, como nunca hubiera creído... eran besos tiernos, lentos como cuando se saborean los últimos trozos de un dulce que nunca quieres que se acabe... así estuvimos durante unos minutos... aunque parecieron horas... teníamos los labios enrojecidos.

Sin decirnos nada, salimos de la ducha, nos secamos y aún desnudas nos tiramos encima de mi cama... necesitábamos seguir saboreando aquellos deliciosos manjares que habíamos descubierto... ninguna de las dos estaba dispuesta a dejar pasar un segundo más, la excitación era tal que todo valía... sabíamos muy bien, ya que éramos dos mujeres, como dar placer a la otra y en qué lugares de nuestros sabrosos cuerpos podíamos recibir más. Así que poniéndome encima de Marta empecé con lo que sabía le podía volver más loca aún... sus lindos y pequeñitos pies... se los besé por encima y por debajo, metí cada uno de sus deditos en mi boca, chapándolos con intensidad... mientras que ella hacía lo mismo con mis plantas... lamiéndolas... y dando gritos de placer por lo que le estaba haciendo con mucha pasión... como si fuera una esclava que estaba a su merced. Cuando acabé, sin dejarle descanso me deslicé dando besitos sobre sus piernas hasta que me encontré con el dulce manjar de su rasurado coño... sus labios mayores eran, al contrario de los míos, grandes y sobresalientes así que los mordisqueé con suma delicadeza y fui poco a poco introduciendo la lengua en aquel delicioso agujero del que empezaban a emanar placenteros fluidos que dejaban un buen sabor... era como si el coño de Marta fuera un imán... no podía (ni quería) quitar mi boca de allí. Al mismo tiempo, ella hacía lo mismo con el mío, que también tenía rasurado... era un sin fin de sensaciones... tan agradables... su coñito tenía un sabor salado y caliente, yo sentía la necesidad de no quitar de aquel orificio nunca mi boca y así lo hicimos ambas durante un largo rato hasta que, tras tener con ella varios orgasmos y terminándola de empapar con mis fluidos, me di la vuelta y la abracé quedando las dos fundidas formando un solo cuerpo... en silencio... había sido tan bonito que una sola palabra habría roto el encanto.

4 comentarios:

  1. Yo también estudié Magisterio pero nunca me pasó algo así jajajaja.
    Lo explicas tan sensual y excitantemente que, mientras te leo, casi casi dudo de mi inclinación sexual....vamos, que te entran ganas de probar y todo!

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    1. pues dicen q nunca es tarde... en serio, hay un aépoca de la vida en el q se puede llegar a experimentar con todo. Ten en cuenta q mientras tenemos esa edad adolescente, no tenemos todas las cosas demasiado claras.

      Fué uno de mis primeros relatos y tb, como tú, lo viví a tope... vamos q me metía en el papel y todo ainsssssssssssss

      Besotes

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  2. UNA HISTORIA ENCANTADORA, TIERNA Y MUY EXCITANTE...
    SALUDOS GÙDE!!!

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    1. Tú lo has definido perfectamente... en esa época de estudiantes, cualquier historia suele ser tierna. La excitación suele salir por sí sola.

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